Medallas para la minoria. Antidisturbios y secreta para la mayoria de las víctimas y familiares.
Sr. Feijoo,
Las víctimas del accidente del tren Alvia ocurrido hace un año en Santiago de Compostela, tuvimos que soportar ayer la última de las afrentas.
Usted, Sr. Feijoo, organizó un acto en la Ciudad de la Cultura de Santiago de Compostela para entregar unas medallas a las víctimas del accidente. Pero sus asesores no debían tener más que ocho direcciones, pues fueron el total de víctimas y familiares asistentes, ya que al resto, y no sólo de nuestra asociación, no nos llegó invitación alguna.
Sin embargo, aunque algunas víctimas expresamos que no queríamos esa medalla y menos ese día, pensamos que estaríamos invitadas de forma indirecta, ya que el acto estaba organizado para honrarnos. Queríamos explicarle de forma pacífica, cuál era nuestra postura y el por qué de nuestra negativa.
Pero cuál sería nuestra sorpresa cuando, una vez desplazados allí, a pesar de las dificultades por la lejanía del lugar y a los impedimentos de muchos de nosotros para desplazarnos por las secuelas del accidente, nos encontramos con que una auténtica muralla de fornidos policías, armados con pistolas y porras, nos impidió la entrada, a pesar de que portábamos los certificados de defunción de los familiares fallecidos o los certificados del hospital. Todo en orden.
Ante nuestra sorpresa e indignación, los policías nos dijeron que cumplían órdenes y que acudiría un responsable en unos minutos para darnos explicaciones. Nadie vino, ninguna explicación se nos dio.
Algunos familiares de fallecidos, presa de la indignación y la rabia en un día así, tuvo la intención de intentar pasar, aún a sabiendas de poner en riesgo nuestra integridad, porque se estaban violando nuestros derechos y nuestra dignidad como víctimas, pero no lo hicimos porque el grupo estaba compuesto por niños, bebés, ancianos, personas con muletas y dificultades en la movilidad, personas todas frágiles y muy vulnerables y algunas con mucho miedo de tener que volver de nuevo al hospital.
También tuvimos que aguantar durante todo el día que un policía de la secreta, confesado por el mismo, nos siguiera durante toda la jornada allá por donde íbamos.
Por la tarde, cuando usted y su comitiva entraban en la catedral a la misa funeral, en la cual no estaba invitado porque las víctimas queríamos que fuera íntima y sin políticos, cuando una señora, madre de un chico que estuvo a punto de perder la vida y abuela de una niña de diez años que pasó por el mismo trance, intentó acercarse a usted de manera pacífica, sin porra y sin pistola, y uno de los policías que cumplen órdenes, le dio un empujón que casi la arroja al suelo.
Sr. Feijoo, su conducta es contraria a los derechos humanos, a los más mínimos sentimientos de piedad y humanidad y el pueblo gallego no se merece tener un presidente que actúa con tamaña vileza y besánia. Váyase, Sr. Feijoo, las víctimas, el pueblo gallego, los españoles de bien y toda la Humanidad se lo agradecerán.
Plataforma Víctimas Alvia 04155